¿Cómo empezar? Puedo empezar diciendo que te amo y que curaste mis heridas,
pero ¿Qué puede ser más trillado que eso? La típica historia de un salvador y
mesías, que no buscaba serlo y que en medio de la cotidianidad, salva tu vida, zurce
con magistral agilidad tu corazón y venda con ternura las carnes expuestas.
No eres una de esas típicas historias de aventura y romance, en medio de las cuales siempre hay finales felices y eternos. No quiero un final, esa es la diferencia. Tampoco te pareces a las novelas mexicanas que te rozan con rimbombancia y te llevan siempre de las altitudes a las bajas esferas. No eres rico, no soy pobre. No me luce el atuendo de Thalía en "Maria la del Barrio". Me luce ser yo. Yo misma.
Con la franqueza que ha caracterizado nuestros encuentros, debo decirte que siento que me has salvado (No olvides mis dos párrafos anteriores). Que siento una inmensa gratitud y un inmenso "algo" que cada día se cuece con determinación en mi pecho y que se hace evidente cada vez que te miro. Se hace evidente también en mi espera paciente por un avión que te traiga de nuevo conmigo, a una morada que aun no es nuestra, pero que construimos. No solo son ilusiones, no solo son sueños. Estamos viviendo la vida según la utopía que pensamos podría ser amar y ser amados con la transparencia del cristal. Solo así, sin manías, sin mascaras, sin tener que vendernos "simulacros", no hay "telón ni abismos" entre nosotros. No hay velos fantasmales que enmarañen lo que decimos. Somos nuestros salvadores, somos nuestro propio camino.
Es difícil saberte en otra ciudad y estar contigo todo el tiempo, pero es eso, esa condición de expectativa, la que acrecenta las ganas de vernos y besarnos y cuidarnos y protegernos. Pero mi amado luchador moderno, que no daría yo porque esa osamenta tuya morara en esta misma ciudad y pudiera sucumbir a tus besos con visitas y paseos.
Mi salvador de ojos verdes, gracias por estar, por ser, por esperar. Por querer soñar conmigo los sueños que ya no podían realizarse. Haces posible cada día que me sienta más plena y segura. Haces que mis días y la soledad de mis noches se trastornen con tu presencia. Vacías los espacios que se inundaron de dolor en algún tiempo y los llenas de propósito. Propósito ¿Leíste? PROPÓSITO.
No importa a donde vayas, allá iré yo. Soy la parte que buscabas y tú la parte que me hacía falta. Por favor, por amor a nuestro creador no me despiertes de esta loca utopía, no quieras salirte de los propósitos que has creado. Ahora, estoy segura, solo tú puedes hacer de esta vida mía una obra de arte. Continuemos construyendo "puentes indestructibles" y momentos de acero. Sírvete seguir amándome aún con arrugas, aun con vejez, aun con la flacidez del tiempo, aun con las cortadas de la vida. Mírame siempre como tu "muñequita" aun cuando solo veas esa muñeca en tu corazón.
Te doy mi corazón, te doy mi aliento, mi cuerpo, mis razones, mis mejores años y los peores también. Te suplico te quedes eternamente, te ruego tu apellido. Mi loca utopía, estoy lista para lo que venga.
No eres una de esas típicas historias de aventura y romance, en medio de las cuales siempre hay finales felices y eternos. No quiero un final, esa es la diferencia. Tampoco te pareces a las novelas mexicanas que te rozan con rimbombancia y te llevan siempre de las altitudes a las bajas esferas. No eres rico, no soy pobre. No me luce el atuendo de Thalía en "Maria la del Barrio". Me luce ser yo. Yo misma.
Con la franqueza que ha caracterizado nuestros encuentros, debo decirte que siento que me has salvado (No olvides mis dos párrafos anteriores). Que siento una inmensa gratitud y un inmenso "algo" que cada día se cuece con determinación en mi pecho y que se hace evidente cada vez que te miro. Se hace evidente también en mi espera paciente por un avión que te traiga de nuevo conmigo, a una morada que aun no es nuestra, pero que construimos. No solo son ilusiones, no solo son sueños. Estamos viviendo la vida según la utopía que pensamos podría ser amar y ser amados con la transparencia del cristal. Solo así, sin manías, sin mascaras, sin tener que vendernos "simulacros", no hay "telón ni abismos" entre nosotros. No hay velos fantasmales que enmarañen lo que decimos. Somos nuestros salvadores, somos nuestro propio camino.
Es difícil saberte en otra ciudad y estar contigo todo el tiempo, pero es eso, esa condición de expectativa, la que acrecenta las ganas de vernos y besarnos y cuidarnos y protegernos. Pero mi amado luchador moderno, que no daría yo porque esa osamenta tuya morara en esta misma ciudad y pudiera sucumbir a tus besos con visitas y paseos.
Mi salvador de ojos verdes, gracias por estar, por ser, por esperar. Por querer soñar conmigo los sueños que ya no podían realizarse. Haces posible cada día que me sienta más plena y segura. Haces que mis días y la soledad de mis noches se trastornen con tu presencia. Vacías los espacios que se inundaron de dolor en algún tiempo y los llenas de propósito. Propósito ¿Leíste? PROPÓSITO.
No importa a donde vayas, allá iré yo. Soy la parte que buscabas y tú la parte que me hacía falta. Por favor, por amor a nuestro creador no me despiertes de esta loca utopía, no quieras salirte de los propósitos que has creado. Ahora, estoy segura, solo tú puedes hacer de esta vida mía una obra de arte. Continuemos construyendo "puentes indestructibles" y momentos de acero. Sírvete seguir amándome aún con arrugas, aun con vejez, aun con la flacidez del tiempo, aun con las cortadas de la vida. Mírame siempre como tu "muñequita" aun cuando solo veas esa muñeca en tu corazón.
Te doy mi corazón, te doy mi aliento, mi cuerpo, mis razones, mis mejores años y los peores también. Te suplico te quedes eternamente, te ruego tu apellido. Mi loca utopía, estoy lista para lo que venga.
Comentarios